Cuando vemos un árbol, una nube o una montaña, no tenemos dudas que ese objeto que tenemos enfrente es -efectivamente- un árbol, una nube o una montaña. Es extraño que esto suceda, por que
se trata de objetos que nunca se repiten. Por más que busquemos, jamás veremos dos que sean exactamente iguales. Sin embargo, tienen determinadas propiedades que nos permiten reconocerlos como tales. El conjunto de esas propiedades comunes coincide con los de unos objetos matemáticos descubiertos hace más de 100 años, que
se llaman, en general, fractales. El exponente más conocido de los fractales es el
conjunto de Mandelbrot.
Estos objetos casi siempre pueden construirse a partir de una figura inicial o “semilla”
La historia de los fractales comienza en 1872, con la aparición de la función de
Weierstrass. En esa época no existía el concepto de fractal, pero su grafo contiene, sin dudas, características que lo convierten en miembro de ese club. Posteriormente se descubrieron objetos con propiedades similares, casi siempre como curiosidades matemáticas pero con una definición más estricta desde el punto de vista geométrico.
Estos objetos casi siempre pueden construirse a partir de una figura inicial o “
semilla”, a la que se aplican una serie de transformaciones geométricas sencillas.
Cuando el numero de pasos es lo suficientemente alto, la figura obtenida es lo que hoy llamamos un fractal. En 1904,
Helge von Koch definió una curva con propiedades similares a la de Weierstrass, a la que llamo “
el copo de nieve de Koch”. Años más tarde, en 1915,
Waclaw Sierpinski construyó su famoso triángulo y, un año después, su alfombra. Pero todos esos objetos empalidecen a la par de los descubiertos en 1975 por el matemático
Benoît Mandelbrot.
Una serie de transformaciones geométricas sencillas producen esto.
Mandelbrot se inspiró en los trabajos de
Pierre Fatou y
Gaston Julia, que en los años 1920 ya habían logrado construir fractales sumamente complejos a partir de la aplicación reiterada de funciones holomorfas. No vamos a mostrarte aquí las ecuaciones, pero no son tan complejas como los gráficos pueden hacer presuponer.
Un fractal debe poseer detalles apreciables a cualquier escala de observación.
En la actualidad, se dice que un objeto matemático es un fractal si cumple con las siguientes condiciones: ser lo suficientemente irregular para ser descrito en términos geométricos tradicionales, poseer detalles apreciables a cualquier escala de observación, ser autosimilar (sus partes se parecen al todo), poseer una dimensión de
Hausdorff-Besicovitch mayor que su dimensión topológica y poder ser definido mediante un simple algoritmo recursivo.
Las imágenes en 3D son increíbles.
No nos basta con cumplir solo una o algunas de estas estas características para que un objeto sea considerado un fractal. La recta, por ejemplo, no se considera un fractal, ya que a pesar de ser un objeto autosimilar carece del resto de las características enumeradas. Actualmente, los ordenadores y su potencia de cálculo han hecho posible la generación de imágenes fractales con prácticamente cualquier nivel de detalle y en tiempos relativamente cortos.
¿Brócoli? No. ¡Un fractal!
Lejos han quedado los tiempos en que Fatou o Julia se quemaban las pestañas frente a un papel intentando dibujar sus fractales. Un algoritmo (en
pseudocódigo) como el siguiente permite crear fractales del conjunto de Mandelbrot en dos dimensiones:
For each pixel on the screen do:
{
x0 = x co-ordinate of pixel
y0 = y co-ordinate of pixel
x = 0
y = 0
iteration = 0
max_iteration = 1000
while ( x*x + y*y <= (2*2) AND iteration < max_iteration )
{
xtemp = x*x - y*y + x0
y = 2*x*y + y0
x = xtemp
iteration = iteration + 1
}
if ( iteration == max_iteration )
then
color = black
else
color = iteration
plot(x0,y0,color)
}
Cualquiera que haya escrito alguna vez un
simple programa en BASIC o
C puede adaptar este algoritmo en minutos para dibujar sus propios fractales. Pero
en tiempos más recientes, algunos programadores han comenzado a generar estas figuras utilizando tres dimensiones. El algoritmo es mucho más complicado y escapa al nivel de este pequeño artículo, pero las imágenes obtenidas son de una belleza innegable.
Otro ejemplo de un fractal tridimensional.
Como puedes ver, la matemática no tiene porque ser fría o aburrida. Tíos como
Benoît Mandelbrot o
Gaston Julia han convertido los no siempre queridos números en objetos tan ricos y complejos que algunos hasta los consideran obras de arte.
¿Qué te parece?
Enlaces
Fuente: http://www.neoteo.com/los-fractales-del-conjunto-de-mandelbrot.neo
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