Si recordáis haber visto la serie de dibujos de “Los Caballeros del Zodíaco” en un televisor tan “plano” como el pecho de la protagonista de “Entre fantasmas”, o jugabais con los muñecos articulados de Bandai, que se desarmaban con solo mirarlos, estará de más que diga que la obra cumbre de Masami Kurumada causó furor entre la chavalada de principios de los noventa. A todos nos gustaban “Los Caballeros del Zodíaco”. Si los preferíamos o no a “Bola de Dragón”, ya era otra cuestión.
Por eso, para rememorar esta serie y, a su vez, hacerla llegar a nuestros lectores más jóvenes, hoy hablaré de sus personajes principales y de sus sagas, y, para no caer irremisiblemente en los esquemas propios de una “wiki”, también opinaré sobre cuáles fueron algunos de los mejores combates y los personajes y momentos más “raritos”.
Los guardianes del Universo
“Saint Seiya”, más conocida en España como “Los Caballeros del Zodíaco”, nos traslada a un mundo de mitos donde la diosa Atenea se ha reencarnado en una joven muchacha cuya misión es procurar la paz en el mundo. Cuando la maldad prolifera, Atenea cuenta con la protección de unos guerreros extraordinarios que pueden desgarrar el aire con sus puñetazos y romper la tierra con sus patadas; son ¡los Caballeros del Zodíaco!¿Ha quedado bien? Vale, maquetamos y nos vamos a desayunar. ¿Que casi no hemos ni empezado? Pues nada, sigamos.
Los ‘protas’ (ahora con banda sonora incorporada)
Seiya de Pegaso: Por si quedaba alguna duda a la vista del título original de la serie, Seiya es el protagonista indiscutible de la misma. Tiene 13 años (sí, yo tampoco me lo he creído nunca) y, como sus cuatro compañeros, es uno de los huérfanos a los que la corporación Mitsumasa Kido envió por todo el mundo para convertirse en caballeros. ¿Para qué estudiar cuando se puede aprender a repartir galletas a match 1?
Seiya viste la armadura de bronce de Pegaso y es el más inmaduro y cabezota del grupo. Al comienzo de la serie, está obsesionado con encontrar a su hermana, pero pronto comprenderá la magnitud de su misión como caballero, y no dudará en sacrificar su vida en pro de la justicia, dejando la búsqueda de su hermana para sus ratos libres.
Su técnica más famosa es los Meteoros de Pegaso, una andanada de hostias que, en los dibujos animados, servía de excusa para repetir la misma secuencia una y otra vez y ahorrarse lapiceros; igual que cuando los caballeros se ponían la armadura.
Shiryu de Dragón: Con melena heavy, kimono al uso tradicional chino, la armadura más majestuosa de todas (un dragón y un dinosaurio son prácticamente lo mismo, y nos chiflan los dinosaurios) y un maestro que es como un Yoda barbudo, resulta fácil comprender por qué Shiryu era mi personaje favorito.
Entrenado por el anciano caballero de Libra en el Pico de los Cinco Ancianos, Shiryu es el único del grupo con una suerte de novia estable, la sufridora Shunrei, que al menos no tiene que preocuparse de ponerse guapa para su chico, ya que éste se pasa la mitad de la serie ciego. El Dragón es el caballero que más hecho polvo suele acabar tras cada combate; nada extraño habida cuenta de la absurda manía que tiene de quitarse la armadura cada dos por tres para pelear a pecho descubierto.
El ataque recurrente de Shiryu es la Furia del Dragón del Monte Lushan, un puñetazo que, lamentablemente, deja su corazón desprotegido durante unas milésimas de segundo; tiempo más que suficiente para que un caballero le dé el golpe de gracia o se vaya a tomar unas cañas.
Hyoga de Cisne: Este rubiales ruso perdió a su madre en un naufragio en los mares de Siberia, y, al principio de la serie, ve su entrenamiento de caballero como un mero medio para conseguir resistir las bajas temperaturas de las aguas siberianas y así poder visitar la tumba acuática de su madre; sin embargo, al igual que Seiya, acabaría luchando por un bien mayor.
A causa probablemente de sufrir un complejo de Edipo como la copa de un pino, Hyoga es frío como el viento de la estepa rusa o el suelo de mi cuarto de baño por las mañanas. En combate, viste la armadura del Cisne, ese pajarraco blanco al que Tchaikovsky dedicó un ballet.
Su técnica principal es el Polvo de Diamantes, cuya ejecución requiere la realización de una pantomima que nada tiene que envidiar de las danzas de “El lago de los cisnes”. Muy masculino.
Shun de Andrómeda: Aunque en la serie es el ídolo de las jovencitas (gustos orientales, ya se sabe), entre el público español Shun siempre fue objeto de mofa y chanza por varios motivos. Para empezar, se le ve la pluma a la legua, y el hecho de que su armadura sea de color rosa (igual que el babi de las niñas en algunos colegios) no ayudaba a que los chavales quisiéramos identificarnos con él cuando jugábamos a “las peleas” estilo Caballeros del Zodíaco.
El otro problema radica en que Shun es pacifista, y casi nunca termina sus combates; razón por la que cada dos por tres tiene que presentarse su hermano, Ikki de Fénix, para sacarle las castañas del fuego y rematar la faena. Y eso que se supone que, de los caballeros de bronce, Shun es el que tiene mayor potencial.
Al menos, la armadura cuenta con un punto a su favor: viene con cadenas de serie; arma propia de motoristas (fantasmas o no) y recurso ideal en las sesiones de “sado”. La Cadena Nebular es su ataque más socorrido, y como las cadenas gozan de vida propia, Shun puede dedicarse a poner morritos y lloriquear durante todo el combate mientras ellas hacen el trabajo sucio.
Ikki de Fénix: El Vegeta de la pandilla. Empieza siendo malo, y luego se pasa al bando de los buenos. Sin embargo, nunca termina de integrarse en el grupo y suele ir por libre, apareciendo únicamente cuando sus compañeros están en apuros. Es lo que yo he denominado el “síndrome del Guerrero del Antifaz”.
A mí Ikki nunca llegó a gustarme del todo, porque no solo es que sea un chulo, sino que encima va de víctima. Puede que le tocara entrenar en la isla de la Reina de la Muerte, un supuesto infierno en la tierra (con hotel de cinco estrellas, spa, piscina y campo de golf); pero esa no es excusa para encabronarse con todo el mundo, sobre todo habida cuenta de que el lugar donde entrenó su hermano Shun era mucho peor (ni siquiera tenía minigolf).
La armadura del Fénix, eso sí, es la pera. Puede regenerarse sin necesidad de que ningún caballero derrame diez galones de sangre sobre ella y, además, tiene el poder de resucitar a su portador. Ya sabéis, el ave Fénix que resurge de sus cenizas y todo ese rollo.
La técnica predilecta de Ikki, la Ilusión del Fénix, enfrenta a sus rivales a sus peores pesadillas, y a nosotros nos regala la vista con escenas más sangrientas de lo habitual con la excusa de que todo es un sueño.
Las sagas Aunque existen diversas opiniones acerca de cuáles son las distintas etapas de la serie, según mi experta opinión son cuatro:
I. Santuario: Se divide, a su vez, en:
1. El Torneo Galáctico: Los caballeros de bronce luchan entre sí por la armadura de oro de Sagitario en un torneo organizado por la corporación Mitsumasa Kido. Lo que ninguno de los participantes parece saber es que la joven presidenta de la compañía, Saori Kido, es la reencarnación de Atenea. Y supongo que nadie ve ningún problema en que una cría presida una compañía multinacional cuyo objeto social parece ser la exportación y la promoción de peleas entre menores.
2. Los caballeros negros: Ikki, que clama venganza contra la familia Kido por mandarle a una isla de mierda, irrumpe en el Torneo Galáctico al mando de los caballeros negros (dobles color alquitrán de nuestros heroicos protagonistas) para robar la armadura de Sagitario.
3. Los caballeros fantasma del Caribe: El Patriarca, sumo sacerdote de Atenea, promete a unos caballeros renegados la readmisión en el Santuario (ese club tan chic) si consiguen robar el casco de Sagitario a Atenea. Se trata de un par de episodios de escasa trascendencia en la trama y que sirvieron de relleno para el anime. También es el título perfecto para una novela de piratas.
4. Los caballeros de plata: El Patriarca pretende acabar con Atenea y dominar el mundo, sirviéndose para ello de los caballeros de plata, a los que ordena acabar con los caballeros de bronce. Sin embargo, nuestra historia no se pone realmente interesante hasta…
5. La batalla de las Doce Casas: Atenea es alcanzada por la flecha de un caballero de plata y la única manera de salvarla es cruzando los doce templos zodiacales del Santuario y derrotando al Patriarca. En mi opinión, la serie despegó al llegar a este punto, ya que el desarrollo de los personajes es mucho más profundo y los enfrentamientos con los caballeros de oro son memorables (hostias como panes, os lo digo yo).
II. Asgard: Tras la saga del Santuario, para dar tiempo a que Kurumada dibujara los siguientes capítulos del manga, Toei Animation produjo una serie de episodios que sirvieron de puente entre aquella saga y la de Poseidón. En ellos, los caballeros de Atenea viajan al Polo Norte para enfrentarse a Hilda, sacerdotisa de Odín, y a los guerreros divinos.
A diferencia de otros capítulos de relleno, la calidad de estos es bastante alta, y los combates, por lo general, son interesantes y están bien llevados.
III. Poseidón: La reencarnación del dios Poseidón tiene pensado inundar todo el planeta con un chaparrón bíblico. A cambio de retrasar el destino de la humanidad, Atenea acepta que esas aguas caigan sobre ella (una estupidez como cualquier otra y una pobre excusa argumental).
Para salvar a su diosa, los caballeros deberán destruir los siete pilares del templo submarino de Poseidón, así como el pilar central, en el que se encuentra encerrada la propia Atenea. Por supuesto, cada pilar está custodiado por una marina, los generales del ejército de Poseidón, cuya fuerza rivaliza con la de los caballeros de oro.
IV. Hades: En mi opinión, el éxito de “Los Caballeros del Zodíaco” se debe a dos elementos: por un lado, el enorme carisma de los personajes, con los que es fácil encariñarse; y por otro, el uso de la mitología griega para apoyar las historias. Estas dos cualidades alcanzaron su punto álgido en la última etapa de la colección, la llamada “saga de Hades”, en la que para salvar el mundo de la oscuridad y rescatar una vez más a Atenea, los caballeros deberán atravesar un infierno literalmente dantesco y derrotar al dios Hades y a sus 108 espectros. Muchos de los seguidores de “Saint Seiya”, entre los que me incluyo, consideran esta etapa la mejor de toda la serie. La saga de Hades se divide en tres partes: Santuario, Infierno y Eliseo.
Lluvia de toñas
“Los Caballeros del Zodíaco” es una epopeya repleta de coces, sopapos, trompadas y soplamocos; pero si tuviera que elegir un único combate por cada saga, me quedaría con los siguientes:Fénix contra Virgo: Esta pelea siempre aparece en los top 5 de los fans de la serie. ¿El motivo? No solo es el enfrentamiento entre las dos personalidades más “humildes” creadas por Kurumada, uno un perdonavidas inmortal y el otro el hombre más próximo a un dios, sino que Ikki recibe más palos que una estera: primero, se hunde en una charca de sangre; luego transmigra por los seis mundos; después sufre su propia Ilusión del Fénix; entre pitos y flautas, ve su armadura reducida a cenizas dos veces; y, por último, pierde los cinco sentidos. Y pensar que algunos nos quejamos cuando nos golpeamos la rodilla con la pata de la mesa.
Cisne contra Merak: No sé si este es el fregado más notable de la etapa de Asgard, pero desde luego es el que mejor recuerdo. Se trata de la típica confrontación entre poderes opuestos; en este caso, hielo y fuego. Para contar con la ventaja del terreno, Hagen de Merak arrastra a Hyoga hasta una caverna de lava, la única en todo el puto Polo Norte, y allí lo machaca de mala manera. Cuando Hyoga está a punto de sucumbir, llega la hermosa Flare, interés amoroso de ambos contendientes, y recibe uno de los ataques de Hagen, provocando que el Cisne saque fuerzas de la flaqueza y derrote a su rival. Tampoco es que sea la pera, pero a mí las peleas a muerte con lava de fondo me molan.
Andrómeda contra Scylla: Este combate, sin ser demasiado emocionante, me parece, no obstante, curioso porque por cada uno de los animales que representan los ataques de Io de Scylla, las cadenas de Andrómeda encuentran una defensa apropiada; así: para el Aguijón de la Abeja Reina, Tela de Araña; para la Captura del Águila, Red de Captura; para la Constricción de la Boa, Rueda Espiral, etc. Me recuerda un poco al duelo entre Merlín y madame Mim en aquella película de Disney. Además, Ikki no interviene para salvar el culo a su hermano, lo cual siempre es una novedad.
Virgo contra Capricornio, Acuario y Géminis: El choque entre Shaka de Virgo y sus tres compañeros, antes caballeros de oro, ahora espectros de Hades, es breve, pero excepcional. Desde el principio, Shaka está dispuesto a morir, pero aun así pone a sus adversarios contra la espada y la pared con su técnica más poderosa, el Tesoro del Cielo, obligándoles de este modo a ejecutar la Exclamación de Atenea, una técnica tan devastadora como unas fabes con almejes y que fue prohibida en la antigüedad por la diosa en persona. Incluso la elección del escenario es acertada, ya que la contienda se desarrolla en el jardín de los sales gemelos. Y, como todos sabéis, Buda murió bajo dos sales gemelos. Y Shaka es la reencarnación de Buda. ¿Es que tengo que explicarlo todo?
Robin de los Bosques aprueba el reparto
¿Recordáis estar viendo “Los Caballeros del Zodíaco” y de repente sentiros incómodos sin saber muy bien por qué? Suponiendo que no estuvierais sentados sobre una bicicleta sin sillín, estas pueden ser algunas de las razones:Para empezar, hay dos personajes eminentemente andróginos (y subrayo el “eminentemente”, porque todos lucen unas pestañazas y unos torsos depilados que pa’ que). Son Afrodita de Piscis y Misty de Lagarto, que se pintan los labios y hasta tienen nombre de mujer. Y para que no quepa ninguna duda de lo locazas que son, el primero ataca lanzando rosas, y el segundo, aparte de ser más vanidoso que la ratita presumida, se da un baño en el mar que bien podría ser portada de la revista Zero. Al lado de estos dos, Andrómeda casi parece John Wayne. Si el señor Wayne hubiera compartido peluquero con Poison, claro.
Ahora bien, Shun de Andrómeda, aunque algo más discreto en apariencia (solo algo…), protagoniza el que probablemente sea el momento más rarito de toda la serie en la batalla de las Doce Casas cuando, tras liberar a Hyoga de la prisión de hielo creada por Acuario, abraza a su compañero inconsciente para darle calor. Después de esto, yo soy Hyoga y no sé si darle las gracias o matarlo a polvos. De diamantes, mal pensados.
Por último, y por no profundizar en los lloriqueos y miradas tiernas, que eran el pan nuestro de cada día, hay un personaje que, a mi juicio, no tuvo suerte cuando repartieron armaduras. Me refiero a Sorrento de Sirena. Sí, de Sirena. Es decir, ¿cómo va el pobre a pronunciar siquiera su nombre con orgullo? Si yo fuera él, probablemente acabaría farfullándolo o ignorándolo por completo. “Soy Sorrento de… ¡COF, COF, COF!.. Qué tos más tonta. Jopé”. Pero hay que ser positivos, porque la armadura de esta marina incluía un arma letal (Contiene piezas pequeñas. No apto para menores de tres años): la flauta travesera, el instrumento musical de los auténticos machotes. Y cuando Sorrento hace sonar su Sinfonía Mortal, un montón de haditas y pétalos de rosa salen de la nada para acabar con sus rivales.
De todos modos, y por aclarar las cosas, ni todos estos personajes ni su forma de comportarse tienen nada de malo.
Ah, sí, y nadie se explica por qué Seiya se sorprendía cuando no funcionaban sus Meteoros de Pegaso.
Fuente: http://www.ionlitio.com/cine-tv/los-caballeros-del-zodiaco/
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