Por Cecilia Meira
Hace
unos días se me dio por reflexionar y preguntarme cuándo una mujer “se
hace mujer”. Ya sabemos que para ser mujer no hace falta ni casarse con
el hombre correcto ni con el equivocado. No necesitás ser madre, ni ser
una profesional exitosa, ni estar inmersa en el mercado laboral.
Tampoco ser independiente. No está determinado por cuestiones físicas:
no hace falta tener dos ovarios o ninguno, ni estar re buena, ni re
flaca o re gorda. Tampoco tiene que ver con tu desarrollo intelectual.
No hace falta ser la más inteligente o la más idiota. No es necesario
“hacerse señorita”, ni tampoco dejar de ser virgen, y mucho menos es
requisito volverse multiorgásmica.
Sin embrago, todas nosotras en algún momento de nuestras vidas nos hacemos mujer, es decir , nos caen todas las fichas juntitas y nos damos cuenta de lo que somos y de lo que eso implica.
Comparto con ustedes algunos testimonios de chicas como nosotras que nos cuentan SUS momentos:
Sin embrago, todas nosotras en algún momento de nuestras vidas nos hacemos mujer, es decir , nos caen todas las fichas juntitas y nos damos cuenta de lo que somos y de lo que eso implica.
Comparto con ustedes algunos testimonios de chicas como nosotras que nos cuentan SUS momentos:
¿Te hacés mujer cuando dejás de ser hija? A veces una se hace mujer cuando decide no ser como la mujer que tiene como ejemplo, como referente.
Así
es muchachas, “hacerse mujer” no es fácil (y hasta a veces duele) y ni
siquiera significa lo mismo para cada una de nosotras. Hacerse mujer es
un camino de ida que se transita en el propio reconocimiento y eso
muchas veces puede llevarnos toda la vida. ¿Esperaban que yo les diera
la respuesta?
Karen
está convencida de que se hizo mujer a partir de que empezó a trabajar.
Cuenta que siempre fue muy independiente. Dejó la casa materna muy
joven, y con apenas 22 años decidió que tenía que vivir sola. Ese era
su sueño. En ese momento quizás no comprendía bien los motivos de
semejante decisión, pero hoy, a la distancia, está firmemente
convencida de que lo que motivó su decisión fue el hecho de que su
madre tuviera un carácter muy fuerte. Karen cuenta que su mamá siempre
fue muy “mandona”, y aún hoy, si uno la deja, se impone de una manera
muy fácil. Para colmo, en ese entonces, Karen cuenta que era una chica
rebelde y que quizás por eso se vio tentada a agarrar sus petates e
irse hacia otro lado.
¿Tuvo que venir un hombre para que te dieras cuenta de que vos eras toda una mujer?
Mariana
nos cuenta que cree que ella se hizo mujer desde que empezó a bailar.
Mariana es bailarina clásica. Allí comenzó su camino en esa aceptación
de su femeneidad que luego descubrió más a flor de piel cuando comenzó
a salir con sus primeros chicos. En ese momento empezó a ser más
consciente de su sexualidad, de ese poder que podía ejercer a través de
su “ser femenina”. Así, el baile, como sus relaciones con el otro sexo
la hicieron por primera vez tomar más contacto con su “ser mujer” y con
su cuerpo.
¿Te hacés mujer cuando te casás porque asumís tu responsabilidad de ser mujer?
Carolina
cree que casarse fue un paso más hacia la madurez. El hecho de sentirse
responsable de una casa, como “esposa”, asumir ese rol, todo eso cuenta
que la hizo tomar conciencia de su “ser mujer”. Esto se intensificó con
la llegada de su primer hijo, esa pequeña criaturita de la cual ahora
es responsable.
A
veces la idea de “ser mujer” es un ideal que no se cumple. Muchas de
las que pensaban que se harían mujeres casándose y teniendo hijos
tuvieron que aceptar que ese hecho a veces no funciona. ¿Y si no
sucede? ¿Entonces cómo te hacés mujer? ¿Te hacés mujer cuando te
separás?
El matrimonio y la maternidad
Sabrina
nos cuenta que ella no se sintió mujer como hasta los 22. Recién cuando
tuvo su primera hija comenzó a amigarse con su género. “Yo me sentí
mujer cuando tuve a mi primer bebé, ni siquiera cuando me casé. Yo no
estaba muy consciente del matrimonio. Me casé porque mi ex esposo tenía
que irse a hacer una maestría a España y yo no lo quería esperar dos
años a miles de kilómetros de distancia. Entonces me casé y me fui con
él. Pero regresé porque la pasé muy mal económicamente hablando.
Teníamos que compartir el departamento con varias personas. Cuando
regresé ya estaba embarazada de mi hija y fue muy duro. Cuando nació
Maricarmen recuerdo que no dormía pensando qué iba a hacer con ella. No
sabía nada de bebés. Pobre, le había tocado una madre que no tenía ni
idea de qué hacer con un bebé. Ese fue el momento en que me dije: esto
no puede ser, tengo que ponerme las pilas, tengo que responsabilizarme."
Luego
el esposo de Sabrina regresó y ella pudo concretar su anhelo de formar
un familia “hecha y derecha”. “Era muy lo mío, yo era muy feliz como
ama de casa: toda mi vida me había estructurado para tener mi esposo y
mis hijos." Pero esto duró poco y el sueño de Susanita se derrumbó
cuando descubrió que su marido la engañaba con otra mujer. “Cuando me
enteré que mi esposo me engañaba lo enfrenté y él muy suelto me dijo
que quería andar con las dos. Yo le dije que eso no era posible.
Entonces nos separamos”.
Fuente: http://www.victoriarolanda.com.ar/2009/12/que-es-hacerse-mujer.html
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